Una noche, caminando por la avenida principal de Isidro Casanova vimos en la plaza de esa ciudad, una escultura aún sin inaugurar que representaba a los primeros pobladores. Sacamos algunas fotos y nos fuimos con la incógnita de no tener más detalles, sabiendo sí que estaba destinada a la conmemoración de los 100 años de Casanova. Al poco tiempo asistimos a la entrega de premios que otorga la Biblioteca Popular Madre Teresa donde fue distinguido nuestro programa en el área de comunicación y pudimos participar de un homenaje realizado por esa Institución al artista plástico Alfredo Zapata, allí lo supimos, autor de la escultura que había atraído nuestra atención en Casanova. De inmediato lo convocamos para una entrevista en nuestro programa de radio.
Durante una hora al aire, conocimos su vida. Descubrimos a un artista de gran sencillez, un vecino más de su lugar. Nos regaló generosamente un cuadro pintado por él y folletería de su paso por distintas exposiciones en las que hubo participado como pintor y como escultor. Nos despedimos con una invitación para conocer su taller.
La calle de tierra, como muchas de las calles de Laferrère, que se inundan cuando llueve; una casa sencilla, prolija, sin timbre, con su jardín bien cuidado; ahí nos recibe el artista con su esposa, sus hijos y su perro.
En una charla larga y amena fuimos recorriendo su vida con innumerables anécdotas donde aparecían distintos personajes de la plástica de los últimos 40 años. Nos sorprendía cuando nombraba a sus maestros, habiendo frecuentando sus talleres, Tomás Di Taranto de quien tiene en una de las paredes de su casa una de sus ilustraciones sobre el Martín Fierro y otros artistas con quienes intercambiaba sus trabajos; pasaron por la charla nombres como Carlos Alonso, Quinquela Martín, Carpani y muchos más.
Estábamos asistiendo a una clase magistral de arte argentino en lo profundo de La Matanza , sin necesidad de pasar por los grandes espacios de la meca de los museos y galerías que tiene la ciudad de Buenos Aires como el Centro Recoleta, el Borges, el Malba y tantos otros lugares que son prestigiados por el mercado del arte. Sentimos que en esa humilde casa matancera habíamos descubierto un tesoro escondido. Después conocimos sus lugares de trabajo, el taller de escultura y el de pintura, dos espacios separados para cada una de las actividades; surgía en esta recorrida otra faceta de la personalidad de este hacedor de arte, su prolijidad y cuidado en todo lo que hace que no son solo piezas artísticas… su casa, su patio, su jardín, todo es obra de sus manos de obrero y artista.
Alfredo Zapata si bien es más conocido en los últimos años por sus esculturas, reivindica sus inicios en la década del ’70 como pintor y atribuye menor valor a sus trabajos de escultor.
Recorrimos primero su taller de escultura; vimos sus trabajos de artista autodidacta, construidos con materiales desechables que él mismo recoge en las caminatas por su ciudad. Un tronco, un cable, un pedazo de chapa, los elementos más fútiles le sirven a Alfredo para transformarlos en una pieza estética. 
En sus vastos trabajos, entre los que se encuentra a escala reducida la escultura “Los Pioneros” que está emplazada en la ciudad de Casanova observamos la síntesis que encarna Zapata entre el obrero y el artista; el típico obrero de la Argentina industrial de otros tiempos, el “obrero de los siete oficios”, soldador, metalmecánico, pintor, albañil, orgullo de un elemento proletario transformado en artista. Cuando fuimos conducidos al taller de pintura completamos la imagen de este artista plástico, paleta de colores vivos, con algunos elementos de cubismo, reminiscencias impresionistas, casi todo atravesado por lo abstracto. 
Para quien quiera iniciar este camino para conocer a un artista de Laferrère, basta con acercarse a la plaza central de Casanova sobre la calle República de Portugal y echar una mirada al grupo escultórico “Los Pioneros”, obra que ya entró en la historia del arte de La Matanza y allí perdurará para las futuras generaciones.
